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Las medidas de Guzmán, peligrosas para el largo plazo.

Nota publicada en: https://www.lanacion.com.ar/opinion/las-medidas-guzman-inconsistencias-peligrosas-largo-plazo-nid2318677/

El tiempo corre sin definiciones sobre temas que son clave para el rumbo económico argentino, con lo cual el riesgo que asume el gobierno de Alberto Fernández es que, a tan solo dos semanas después de haber asumido, la acción se transforme en improvisación cuyas consecuencias podrían tener resultados catastróficos. Según las últimas declaraciones del ministro Martín Guzmán, la política económica no se verá «estrictamente» como un programa económico por el mercado, sino más bien como un «esquema» macro que tendrá per se fecha de vencimiento. Si bien las intenciones expresadas son buenas, el mercado pronto percibirá las inconsistencias planteadas entre salir de la recesión (gastando), y que el camino sea sostenible en el tiempo.

Las medidas dispuestas harán posible que en el corto plazo atravesemos un veranito económico, en el que los indicadores macro se muestren provisionalmente con una leve mejoría. Esas medidas son: 1) estimular el consumo aumentando las sumas otorgadas a los jubilados, al sector público, a los planes sociales (a pura emisión monetaria), a los privados (con herramientas del tipo: moratoria, aportes, etc.); 2) mejorar el ingreso impulsando el crédito (tarjetas, prendarios, personales) mediante la presión del Central a los bancos (a tasa real negativa: por debajo de la inflación); 3) congelar tarifas y dólar «encepado» como ancla inflacionaria.

La experiencia indica que, hablar con palabras conocidas para los economistas tales como «restricciones de presupuesto», «equilibrio general», «consistencia en la política fiscal y monetaria», o «de la necesidad de lograr superávit primario, o que la «emisión genera inflación» están muy lejos de ser un «plan», porque los términos adolecen de consistencia si se analizan desde la perspectiva de lo que se hace y cómo se hace.

¿Qué es lo que se está haciendo? En primer lugar se confunde el funcionamiento de la economía argentina en su conjunto con la demanda de distintos sectores políticos del gobierno. Es cierto que existen carencias, pero la lógica de las medidas planteadas generará un caldo de cultivo para una linda explosión.

¿Cuál es la receta? Simple. Aumentar el gasto en seguridad social, supeditar la política monetaria a las necesidades de Tesorería (lo que significa maquinita), subsidiar tasa para apalancar el consumo, desarmar Leliq, dejar de pagar la deuda por 2 años (no pagar intereses, o lo que sea). Es decir, producir un exceso de oferta monetaria que terminaría (según el ministro), en un círculo virtuoso de crecimiento. Pero, ¿y qué pasa con los precios? Para el ministro nada, porque según él todo se controlará «solidariamente» los precios y los salarios, mediante acuerdos sociales. Y como todo redundará en una mayor producción con aumento de presión la tributaria (entre ellos, bienes personales, retenciones, etc.), tendremos lo necesario para juntar los dólares para pagar la deuda y mucho más. En los papeles suena redondo, sin embargo, en el timing y en la cuantía está el problema que puede causar la explosión. No se está haciendo una mera reasignación de recursos que antes se utilizaban para una cosa y ahora se van a usar para otras, y el foco estará en si realmente la Argentina recupera la solvencia que le permita pagar la deuda.

En definitiva, dilatar el tiempo no sería la solución, porque el país no se vuelve más eficiente por estirar plazos, y en un contexto de expansión de gasto y un escenario donde se están anexando ministerios en vez de hacer eficiente la administración pública para que esté a tono de la capacidad productiva del país la falta de coordinación o improvisación terminará en un mayor déficit que el proyectado, haciendo que el peso valga y se demande menos a mayor velocidad.

Ya probamos que a la receta de financiar el déficit con emisión monetaria, en un escenario de aceleración del gasto público acelera los precios, más si a aquella se la piensa acompañar con devaluaciones por debajo de la inflación, que ampliará la brecha entre el dólar oficial y el paralelo (cuando se comprime el dólar funciona como un resorte, es nuestra cultura). «Encepar» al dólar servirá de poco porque la economía, al tiempo, no mantendrá su demanda transaccional de dinero estable puesto que la tasa de inflación se guiará más por el paralelo que por el dólar oficial.

Por estas razones, las medidas adoptadas por la ley de emergencia económica y por el ministro, carecen de consistencia en el tiempo, ya que se concentran en los efectos inmediatos de sectores concretos, y se ignoran o se minimizan sus remotas repercusiones sobre la economía en su conjunto. ¿Es posible que en los próximos meses se sienta que todo está mejor? Claro que si. Sin embargo, como lo demuestra la ley de emergencia económica, la política sigue ignorando el problema económico de fondo, y es que la envergadura del sector público asfixiará la capacidad del país para afrontar los nuevos problemas en los que hoy se está metiendo y que pueden tener consecuencias terribles (hiperinflación).

Como conclusión, el andamiaje del «plan velado» del ministro es flojo, y los primeros pasos se ven improvisados. Obviamente para algunos será muy bueno, porque por flaqueza intelectual, por la dificultad de seguir la dialéctica de los razonamientos de las consecuencias posibles, se dejarán llevar por los efectos inmediatos. Ahora bien la realidad es inevitable, las medidas a la larga llevan a disminuir la capacidad de pago de la Argentina y a embarcarnos en la peor crisis que hemos visto hasta ahora.

Más de 20 años de experiencia en el sector. Experto en Ingeniería Financiera, Planificación Patrimonial Internacional y Analista Económico.

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